En cuanto el pueblo delega la responsabilidad de su decisiones directas en aquellos que habrán de representarlo comete la santa atrocidad moral de lavarse las manos para considerarse inocente ante los desmanes y desafueros que sus propios elegidos cometerán: "yo no he sido, yo no he sido quien ha mandado arrancar los morales, ni trocear el fresno del camino de las Arraices... (pero sÃ, claro, porque han sido esos a quienes les he votado...) sin embargo, como el voto es "secreto" "secreta" es también la indiferencia, la dejadez, la pasividad y cualquier otra voz que pudiera agregarse en este trance como sinónima.
Esta Memocracia de un dÃa para cuatro años, de una decisión para una legislatura de decisiones que tomarán aquellos en quienes delegamos nuestra propia responsabilidad es una insoportable pantomima, una injuria, una bellaquerÃa y una cateterÃa sin lÃmites. Einstein dijo que hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y de la primera no estaba tan seguro (la segunda es una evidencia colosal).
Id a votar, manada de pazguatos, y después de haber votado os laváis bien las manos, asà volveréis tranquilos a la paz de vuestros hogares... Id a votar... id a crucificar a vuestros Ãntimos enemigos con el rencor de cualquier decisión que toméis... Y cuando halláis vencido en esa contienda contra vuestra propia sombra, marchad a la iglesia, elevad vuestros cánticos en los altares, sacad vuestros santos en procesión, y agradecedle a vuestro dios que todo continúe, paradójicamente, en una balsa de aceite...
Que no llegue a vuestros oÃdos el retumbar de los tambores de las huestes de Attila, el rey de los hunos!
Que no pare en vuestro repugnante magÃn, ni por solo momento, la devacle a la que encadenáis al ser humano!
Mis hordas crecen como palabras al viento que arrasarán vuestra memez, votantes absurdos, irrisorios, raquÃticos y sifilÃticos... votantes de la secta, del dogma, de la pÃrrica fe, atados, como horcos, a las cadenas de la inhumanidad...
Se acerca el dÃa de la Memocracia, ya retumban los tambores, ya el alquÃmico elemento de la palabra será usado y abusado para conquistar ese fin que justifica todos sus medios...
Cuidado con los ejércitos de Attila y Jerjes unidos, porque de HungrÃa y de Persia saldrán los guerreros babilonios que detengan vuestra infamia, vuestra fatalidad, vuestra horrenda necedad, vuestros vómitos transfigurados en gritos de victoria...
Un nuevo universo nos espera...