ONÍRICA ESPERANZA
Era un espectro sin rumbo
por una región desierta
con el alma devastada
y presa de la tristeza.
Sombra errante, taciturno
caballero de la pena...
Indefenso ante el dolor,
sin esperanzas y sin fuerzas.
Frente a mí una planicie
Inabarcable e inmensa,
mirase adonde mirase
no hallaba monte ni sierra,
no hallaba árboles ni arroyos,
ni matorrales ni yerbas...
ningún indicio de pájaro
ni de insecto ni culebra.
Un paraje fantasmal
sin otra naturaleza
que la inhumana crueldad
del mar de la indiferencia.
Ni los vientos ni las olas
que baten sobre esta tierra
proceden del bien o el mal
sino de una Laguna Hueca.
Este manantial sin agua
está lleno de almas muertas
que en su vacío se agitan,
se buscan y no se encuentran.
Y a la Llanura sin linde
sus voces insomnes llegan
en forma de viento y de olas
sin aire, ni agua ni tierra.
Las nuevas almas que arriban
a esta fría extensión yerma
sucumben en espiral
a un dolor que se las lleva.
Yo era un espectro sin rumbo
empujado por la inercia
del remolino fatal
de la vana Laguna Hueca.
Todas las almas caían
en la Nada Primigenia
Mas yo montaba a caballo
mientras las otras, por tierra,
se dejaban arrastrar
sin remisión y sin queja.
El caballo relinchó...
cogí con fuerza las riendas,
Arrojé el escudo al lago,
blandí mi espada con fuerza,
salió el sol a mis espaldas
llenando de luz la tierra:
las almas recuperaron
su figura y su materia,
surgieron nuevas montañas,
fantásticas cordilleras...
Mil regatos anegaron
la hoquedad de la laguna,
sobre el sol brilló mi espada,
sobre mi espada la luna.