La elaboración de artesanía típica de la tierra se ha revalorizado en poco tiempo hasta convertirse en una actividad económica alternativa para la población. Originariamente la actividad productiva de la zona estaba más centrada en la elaboración de los utensilios, ropas y mobiliario necesarios para la vida diaria de los lugareños, la artesanía por tanto ha respondido siempre a las necesidades cotidianas. Actualmente es la popular artesanía textil la que tiene mayor protagonismo. Destacan por su colorido las mantas alpujarreñas, llamadas jarapas, paños elaborados a partir de telas de deshecho, la Alpujarra sobresalía del resto de las regiones por su producción textil, ello fue posible a la abundancia de ovejas, gusanos de seda y lino, de los que se obtenían las materias primas. También se siguen realizando los tradicionales trabajos de esparto, elaborando cestas, alpargatas; la alfarería (pipos, cántaros, ollas y vasijas), la cerámica alpujarreña, de gran colorido, también es significativa, al igual que la orfebrería y la forja. En Mecina Bombarón contamos con un taller de artesanía de madera “Artesanía Abén Aboo”, en el que se realizan obras únicas y que cuentan con el toque preciso de exquisitez .
El secular aislamiento de la mayoría de los pueblos alpujarreños ha condicionado la forma de vida de sus habitantes, quienes se han visto obligados a practicar una economía de autoabastecimiento y máximo aprovechamiento de sus escasos recursos. La artesanía, por tanto, ha respondido siempre a las necesidades cotidianas, por lo que la tradicional es una artesanía de tipo utilitario, más que decorativo, desde la construcción de sus casas y eras, hasta la elaboración de platos, embutidos y dulces, pasando por cerámica, la cestería de caña y esparto, los tejidos y la fabricación de utensilios y aperos para la labranza. Las mismas técnicas agrícolas por procedimientos tradicionales, netamente artesanos, bien conservados aún, constituyen un exponente de la sabiduría de un pueblo que ha sido tradicionalmente autosuficiente.
Por ello, hoy, con el progreso económico, las mejores comunicaciones que permite el acceso a mercados y exteriores y la aparición de materiales modernos, como el plástico y el aluminio, el artesano alpujarreño ha ido desapareciendo paulatinamente, si bien quedan aún abundantes muestras de esa importante parcela de la sabiduría popular que necesitan una política proteccionista en aras de la conservación del patrimonio cultural de esta tierra.
La primera artesanía alpujarreña que se conoce data del neolítico y fue hallada en la cueva de los murciélagos de Albuñol. Allí había desde diademas de oro hasta collares de concha, pasando por vasijas y trabajos de esparto cuya técnica se sigue practicando hoy.
La alfarería alpujarreña, condicionada por la existencia irregular de arcilla y determinada por las necesidades, se ha limitado siempre a las vasijas de barro cocido, sin decorar o a lo sumo con un simple vidriado, para su utilización en la casa: cántaros, botijos, utensilios para la comida y bebida de los animales domésticos, maceteros, lebrillos, pucheros, etc., quedando en la actualidad muy pocos talleres alfareros, los cuales conservan los procedimientos moriscos, como en Ugíjar o en la Barreras (Órgiva). En Alhabia queda aún un alfarero dedicado a la cerámica artística, cuya industria, por cierto va en auge. La famosa cerámica granadina decorada con predominio de tonos azules y la de Níjar (Almería), con predominio de verdes y muy rústicas, no han sido nunca típicas de la Alpujarra, aunque algunos pretendan venderlas como tal.
Pero la tradición artesana que más ha pervivido en la Alpujarra es la de tejidos. Esta comarca fue durante la dominación árabe uno de los principales productores de seda, para cuya elaboración artesanal existieron numerosos telares y se cultivaron muchas hectáreas de moreras. Aunque desaparecida totalmente la elaboración de seda (la última fabrica, ubicada en Ugíjar , fue hace tiempo desmantelada para construir pisos) , existen varios telares en la zona, suficientes para la fabricación de tejidos de lana (ahora también se incluyen fibras sintéticas) o de recortes de otras telas (las jarapas) no sólo artísticos para recuerdo o para el turismo, sino auténticamente utilitarios, para cortinas, mantas, colchas, etc., que se han extendido de tal manera que, aunque conservando el nombre de tejidos alpujarreños, se fabrican en Granada y otros pueblos ajenos a la comarca alpujarreña. Son tejidos muy vistosos con franjas de diversas anchuras y varios colores. Una variante de éstos es el tejido de arco iris, específico de Berja. En Ugíjar existe una cooperativa de tejidos con telares moriscos y en los pueblos del Barranco de Poqueira y de sus alrededores, existen algunos tejedores, aunque modernos y de tipos mas variados y hay puestos de venta de toda clase de tejidos.
También se hacen en muchos pueblos bordados a máquina y a mano, trabajos de ganchillo, mantones de manila, etc., la mayoría de los cuales han de adquirirse por encargo.
El esparto y similares ha sido siempre otra importante forma de realizar trabajos de cestería , alpargatas, agobías, recipientes para la fabricación del queso o el pan de higo, etc. También existen trabajos de mimbre y carrasca, incluso en Huécija hay una escuela-taller de la Junta de Andalucía, dedicada a la artesanía de la farfolla (la envoltura, ya seca, de las panochas de maíz). Asimismo existen algunos artesanos, generalmente jubilados, que para entretenerse y sin animo de lucro están haciendo una interesante labor de divulgación de estas artes, desgraciadamente insuficiente para su conservación, debido a la poca atención que presta la Administración. En este aspecto destaca la labor que esta desarrollando D. Agustín Góngora, de Torvizcón, que no sólo sigue haciendo los objetos tradicionales de esparto y enseñando su arte a los escolares, sino que con este material está reproduciendo, a modo de rústicas esculturas, escenas de costumbres tradicionales de La Alpujarra.
La herrería y talabartería están en regresión por la menor utilización de las caballerías en la agricultura, pero aún quedan algunos artesanos, como los de Adra y Laujar, que pueden verse en las ferias de los pueblos mas importantes.
Antes había en la parte de Almería abundantes barrileros, fabricantes de envases de madera en forma de tonel para la exportación de la uva, actividad decadente en la actualidad por los nuevos métodos de envasado. En Murtas y Albondón hay artesanos que fabrican toneles para vino.
La extrema afición que los alpujarreños tienen al uso de la pólvora en sus fiestas y manifestaciones religiosas, hace que la pirotecnia sea también un oficio artesanal de cierta importancia (Órgiva, Pitres, Cádiar, Ugíjar, Alcaudique, Bentarique) no obstante los pirotécnicos comarcales son insuficiente para cubrir la demanda de la mayoría de las fiestas.