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Quitan las tejas del cementerio

El Ayuntamiento de Alpujarra de la Sierra quita las tejas que cubrían los nichos en los camposantos de Mecina Bombarón y Yegen

Cementerio de Mecina Bombarón

Cementerio de Mecina Bombarón

La arquitectura tradicional alpujarreña, tan peculiar e interesante, es única y cautiva a vecinos, turistas y visitantes. Los grisáceos tinaos o tejados planos de launa, las chimeneas circulares con esa especie de ‘sobrero’ de laja, etcétera, llaman mucho la atención por su singularidad. Pues bien, el Ayuntamiento del municipio de Alpujarra de la Sierra, ha optado también por fomentar y preservar la auténtica arquitectura de la Alpujarra hasta en los campos santos de Mecina Bombarón y Yegen, colocando, por tal motivo, cubiertas planas con sus aleros y todo, donde antes había tejados, y haciendo lo mismo en los nuevos bloques de nichos que se van construyendo, según ha indicado a IDEAL el alcalde y médico José Antonio Gómez.

Alpujarra de la Sierra la componen los históricos y bellos pueblos de Mecina Bombarón, Yegen, El Golco y la aldea de Monte Negro. El cementerio de Mecina Bombarón se inauguró en 1901. En El Golco se suele seguir enterrando los féretros bajo tierra en la mayoría de los casos, según indicó ayer don Vicente, el ‘eterno’ y muy eficaz y querido secretario del Ayuntamiento. La aldea de Monte Negro, próxima al campo santo de Yegen, carece de cementerio por ser muy pequeña.

Según el primer edil de Alpujarra de la Sierra «los grupos de nichos del cementerio de Mecina Bombarón que tenían la cubierta de teja se le ha quitado la teja para ponerle las cubiertas planas con launa, con su correspondiente capa impermeable, igual que se hace con los terraos de las viviendas típicas alpujarreñas. Para que estas obras no desentonen con la arquitectura tradicional y se siga preservando, hasta en los cementerios de nuestro municipio, la arquitectura tradicional».

Algunos ancianos, bromeando sobre las obras acometidas en el cementerio, señalaban mientras tomaban un chato de vino en el bar de Benigno, que antes enterraban a todos bajo tierra.

«Después vinieron los nichos, unos encima de otros, y eso en un principio a casi nadie le gustó. Querían más la tierra que esas ‘cajetas’ de cemento. Y ahora han cambiado las tejas de los nichos por un suelo plano como el de las azoteas, quizás para, si algún muerto revive o le dan ‘permiso de ultratumba’ para tomar el sol o el fresco, e incluso para fumarse un cigarro en zona no prohibida, pues pueda hacerlo a la ‘pata la llana’, más cómodamente, sin tejas, y respetando a los ‘estiraos’ que odian los humos y el tabaco», añadían.

Antiguamente, los enterramientos se hacían dentro de las iglesias y después junto a ellas. Algunos vecinos y familiares se prestaban a hacer el hoyo para introducir la caja mortuoria. Se daba el caso en algunos pueblos que algunos, a los pocos meses de morir, se le aparecían a algún familiar para que cumpliera con la manda o promesa que ellos no pudieron realizar en vida por diversos motivos.

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