- Un investigador desvela el origen de la ‘exportación’ inaugural de piezas a América
- El afamado producto de Mecina Bombarón fue llevado a Puebla ya en 1581
Juan González Blasco, profesor de la Universidad de Granada, escritor e investigador, ha hallado una curiosa carta compuesta por tres folios en el Archivo de Indias, fechada en marzo de 1581, en Puebla -México-. La misiva no tiene desperdicio y viene a arrojar luz sobre el primer viaje que los jamones de la Alpujarra hasta América. Puede decirse que fue el primer viaje jamonero a México.
En particular, la carta fue escrita por un alpujarreño, Sebastián Pliego, nacido en Yátor -anejo de Cádiar-, que la dirigió a su mujer, María Díaz, residente en el también municipio de la Alpujarra llamado por aquellos entonces Mecina del Buen Varón, y siglos después, Mecina Bombarón. En la carta, Sebastián le pide a su esposa como provisión de lujo tres jamones de tocino, de Mecina Bombarón, para la larga travesía atlántica que debía de hacer junto a su hermano y cuñado.
Testimonio
Según González Blasco, «la carta manuscrita es un bello testimonio epistolado de un alpujarreño, de un trovero, el primero que conocemos, un hombre establecido en América, que escribe a su esposa residente en la metrópolis, en su Alpujarra, con la tentativa de invitarle a ella y a más familiares al tránsito de ultramar. La carta configura la vida espiritual y material y nos permite entrar en las coordenadas culturales, sociales, económicas y religiosas de este gran hombre llamado Sebastián Pliego. La misiva también nos proporciona noticias del viaje, medidas que hay que adoptar antes y durante la travesía atlántica y los encargos que este emigrante efectúa a los suyos como las provisiones de los ya legendarios o míticos jamones de la Alpujarra, llamados en aquella época xamones de tocino», aclara.
En la carta, Sebastián solicita a su esposa que en Sevilla meta en el barco doce botijas de agua, un quintal de bizcocho para cada miembro de la familia, un quintal de pasas, tres jamones de tocino, almendras, azúcar, una arroba de pescado o un celemín de garbanzos.
Asimismo, le indica a su mujer que en Sevilla compre una olla de alambre, platos y escudillas, un hervidor, dos arrobas de vino y otras dos de vinagre, una arroba de aceite, «y más lo que vuestra voluntad fuere. Compra dos arcas para echar todo lo que habéis de comer, u os lo hurtarán todo, y para que os durmáis encima, y no durmáis sola, sino con mis hermanos, que para todos habrá», señala.
Pliego, invita también a su esposa a vender las posesiones y suerte, y a que compre y lleve una buena saya de palmilla de Baeza, unas medias de agujas, bastante lino, un taleguillo de romero y espliego y varias imágenes religiosas. También le dice a su mujer que vaya acompañada por su hermano y cuñado.
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