15.000 personas acudieron al Festival de Música Tradicional en Almócita
La tradición del trovo, la poesía improvisada, persiste de generación en generación
Entre las estribaciones más orientales de Sierra Nevada y las bellas cumbres de Sierra Gádor, Almócita, de 160 habitantes, reposa tranquilo durante prácticamente todo el año. Quietud y belleza en la era o el barrio judío, junto al sorprendente aljibe-lavadero y la refrescante fuente de los tres caños, a la sombra de su espléndida iglesia-fortaleza de la Encarnación.
Ayer, en cambio, este recoleto, bien cuidado pero tal vez poco publicitado pueblo alpujarreño, en el valle almeriense del río Andarax, fue el epicentro de toda una extensa comarca. La de la Alpujarrra, con sus 63 municipios repartidos por dos provincias, Almería y Granada, cuyos habitantes en número de casi 15.000 se dieron cita en este enclave atraídos por los sones de afinados laudes y bandurrias de Adra, por los cantes de las mujeres de Mecina Bombarón, las serenatas de los jóvenes de Alcolea. Música, arte, poesía, saber popular
Todo esto y mucho más es el Festival de Música Tradicional de la Alpujarra, una cita anual ineludible para los amantes del rico folclor alpujarreño, de las relaciones vecinales y el reencuentro familiar en pleno agosto. Sobre el escenario, bellamente decorado por Celia García, 24 grupos de 18 municipios diferentes dieron, entre emoción y nervios, muestra de su buen saber hacer musical y, sobre todo, del amor por la tierra. Cantes y bailes recuperados para la posteridad, mudanzas y robaos, bailes de rueda o de meceor, remerinos, cante mulero propio de La Contraviesa granadina, escenas de lavanderas o historias de la Virgen del Carmen. Y el inconfundible e inmemorial trovo alpujarreño. Que ya el simpático Sevilla defiende la fiesta de los toros que su compadre Sotillo le contradice con ingeniosas quintillas. Poesía improvisada, lenguas afiladas, sorprendente ocurrencia la de estos juglares del siglo XXI que mantienen una tradición secular que, afortunadamente, niños como los de la escuela infantil de trovo de Murtas desean continuar.
Y mientras a la sombra de la magnífica carpa del centro de Almócita se suceden las actuaciones musicales y los bailes coloridos en las faldas y las cintas de las castañuelas, los visitantes se reparten por todo el pueblo, escrutan rincones, descubren y disfrutan de variadas animaciones y actividades que han llevado todo un año organizar. «El esfuerzo ha merecido ampliamente la pena, cuando veo el pueblo invadido de vida y alegría», comenta el alcalde, Francisco García.
Chacinas, vinos y dulces
Una familia de El Ejido que se decanta por ver cómo se pisa la uva en la taberna del tío Blas para luego hacer originales pinturas con el vino obtenido. Un grupo de amigos de vacaciones en la zona degusta chacinas de Laujar, vino de Laroles y dulces de Ugíjar en la docena de puestecillos instalados. Y en la calle Real, las mujeres de Almócita, volcadas con este evento, muestran al respetable cómo se hace la matanza tradicional y cuecen cebollas, rellenan tripas, cuelgan los embutidos. Y en los parrales tradicionales se exponen utensilios agrícolas a la par que el último tonelero almeriense da fuego para doblegar las duelas de su próximo barril.
Video Mecina Bombarón.Festival Música Tradicional Alpujarra 2010
En estos días están allí mis primos de Argentina Julio y Teresita. Han ido porque su padre cumpliría 100 años mañana jueves 23 de setiembre. Mi tío se llamaba Gabriel Valdearenas Manzano, nació en Mecina Bombarón. Primos, deseo que pasen unos hermosos días en aquel lugar tan maravilloso donde nacieron nuestros antepasados. Ellos amaron aquella tierra y nos la enseñaron a amar a nosotros.